El corpiño era de satén gazar color marfil inspirado en la tradición de la corsetería victoriana —ajustado en la cintura y que se abre un poco a la altura de la cadera—, estaba recubierto por encaje Chantilly, que formaba el escote y las mangas largas de la delicada prenda. Estaba adornado con 58 botones recubiertos de la misma tela.
Kate Middleton llegó a la Abadía de Westminster llevando un velo bordado y una tiara prestada por la reina Isabel II sobre su larga melena castaña semirrecogida.
El reinado de los sombreros
La etiqueta de una boda real exige que el uso de color blanco sea exclusivo de la novia. Exige también que si la ceremonia se realiza de día no se debe llevar vestido largo y se debe usar como mandato sombreros que recubran la cabeza, como lo demanda la tradición de las iglesias ortodoxa y católica.
Aunque por muchos años las mujeres fueron recatadas y precavidas con sus tocados para no lucir muy escandalosas e interferir con la vista de los otros invitados, en esta boda los diseños voluminosos y los colores que evocaban la primavera marcaron la parada.
Las numerosas pamelas, los sombreros geométricos y tocados con adornos florales dominaron así el escenario de los invitados al enlace real entre el príncipe William y Kate Middleton en la abadía londinense de Westminster.
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